Estrés... distrés... eustrés... ¿De qué hablamos?
Aunque a muchos les parezca un juego de palabras, nada más lejos, estos términos existen y además no son sinónimos, algunos de hecho son antónimos: distrés y eustrés. Veamos estos conceptos.
El ESTRÉS se describe como la reacción automática del cuerpo a cada demanda que recibe, es un mecanismo de adaptación natural y necesario, por ejemplo al factor calor reaccionamos sudando y al frío, tiritando. También ante situaciones que exigen un mayor esfuerzo reaccionamos concentrando la atención, como exámenes, perder el empleo, enfermedad, crisis, traumas, recuerdos, etc.
El llamado Síndrome del estrés se caracteriza por la combinación de la triada: ambiente, pensamientos negativos y respuestas físicas.
Hay dos formas
- Estímulo ambiental --> Activación fisiológica --> Pensamientos = emoción negativa
- Estímulo ambiental --> Pensamientos --> Activación fisiológica = emoción
Dependiendo del tipo de pensamientos, negativos, positivos o neutros, así será nuestra reacción emocional
El estrés es parte de nuestra herencia genética y tiene un único objetivo, que es garantizar nuestra supervivencia en situaciones peligrosas.
El estrés es la suma de diversos agentes o factores (llamados "estresantes") que lo provocan: tanto influencias externas (situaciones), como internas (sentimientos, pensamientos o procesos metabólicos). El estado de agotamiento o cansancio mental y físico dependerá de la intensidad y duración de la reacción.
Para sobrevivir, nuestro cuerpo debe adaptarse a los continuos cambios de la vida.
El cuerpo necesita fases de relajación para recuperarse de los efectos del estrés, cuando no es así entramos en un estado de DISTRÉS o estrés negativo: tensión en la espalda o nuca, problemas digestivos, circulatorios, cefaleas, irritabilidad, cambios de humor "inexplicables", depresión, etc. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de decirnos que estamos sobrecargados.
¿Todo estrés es malo? En general, asociamos el estrés a situaciones desagradables y agotadoras, problemas en las relaciones con otras personas, sentimientos como ira, rabia, odio, envidia o celos. Este tipo de estrés, que suele generar sensación de agobio, es el denominado DISTRÉS o estrés negativo.
Sin embargo, hay un estrés positivo o EUSTRÉS y que es percibido como agradable. ¿Quién no disfruta cuando se acelera el corazón antes de una cita, por sentir mariposas en el estómago? ¿Y la euforia al conocer la buena nota de un examen? ¿Quién no se alegra de un ascenso profesional, una boda inminente o el nacimiento de un hijo?... La euforia es buen ejemplo.
El estrés es saludable cuando alternamos fases de tensión y relajación.
Estos son los cambios que hacen interesante nuestra vida. Pero el estrés positivo también es estrés en la medida en que exige una adaptación por parte de nuestro cuerpo a una situación diferente.
Es un estrés en el que recuperamos el equilibrio más rápidamente, reaccionamos de manera más sana ante un acontecimiento agradable.
Ejemplo, ante una buena noticia, nos emocionamos de alegría, lo compartimos y después igual salimos a correr de alegría, o bailoteamos en casa de la emoción, y luego nos tumbamos en cualquier sitio a soñar o recrear en los cambios positivos que esperamos.
En el distrés o estrés negativo no nos permitimos descansos, pues nos sentimos de alguna manera amenazados, en alerta, tememos los efectos, las consecuencias de ese agente o factor de estrés, no alternamos con la relajación, sin dar tiempo a recuperarnos del sobresfuerzo. Popularmente se denomina estrés a este tipo negativo.
Este estrés es dañino para el cerebro pues afecta a las zonas de la memoria y la cognición; hay una mayor producción de glucocorticoides y destrucción de neuronas en el hipocampo. Es decir, los niveles altos de cortisol tienen un efecto negativo en el cerebro.
Los pensamientos y los sentimientos se encuentran entre los factores de mayor estrés
Y, sin duda, los sentimientos desagradables y los pensamientos negativos son los factores de estrés más fuertes.
Así, quien se enfada continuamente en silencio por la desfachatez de sus semejantes, en primer lugar, no le sirve de nada y, en segundo, se provoca constantemente un estrés artificial con todas sus consecuencias negativas; recordar reiteradamente aquel feo o aquella pareja que nos dejó, o aquel compañero de trabajo "poco compañero"...
Ejemplo de una misma secuencia de hechos y 4 reacciones
La secuencia es:
Es lunes y me levanto/ miro por la ventana / voy al baño a asearme / preparo el desayuno / tomo las llaves del coche (o bus, metro) / semáforo en rojo o paradas / resto del día.
Versión 1.
- Suena el despertador un lunes, me levanto y miro por la ventana para ver qué tal día hará hoy, uf, mal tiempo hoy y encima lunes, qué rollo
- Voy al baño y mientras me aseo me fijo en que hay que limpiar mejor el espejo, o hacer una limpieza a fondo y tirar envases y nunca se hace, pensando que no me gustan los lunes, el mal tiempo y las pintas que tengo.
- En el desayuno sigo rumiando sobre el mal tiempo y lo poco que me gustan los lunes, en todo lo que tengo que hacer ese día y encima no hay ni cereales, y aunque hay pan no me apetece preparar unas tostadas pues voy con el tiempo justo, qué rollo, y esta cocina... qué mal está.
- Busco con prisas las llaves del coche y como voy ya preocupado no recuerdo donde las puse o echo la culpa a otra persona de no ponerlas en su lugar, etc.
- Ya en el coche, conduciendo, el primer semáforo en rojo jo... qué mala suerte, me tenía que pasar en un lunes, vaya día voy a tener. Y del resto del día no te cuento porque ya lo imaginas.
Versión 2.
- Igual que la anterior, salvo que no hay nubes, en cuyo caso me digo: uf, qué mal, otra vez lunes y me queda toda la semana de trabajo. Resto de la secuencia como la 1.
Versión 3. (La mía, jeje).
- Suena el despertador, venga arriba, que empieza otra semana .
- Veo el cielo nublado y pienso que es más incómodo tener que llevar paraguas y calzado apropiado por si llueve, pero ser incómodo no es lo mismo que decirme que es un mal día, pues el día en sí es neutro, ni bueno ni malo.
- Durante el aseo estoy repasando mentalmente la agenda de este lunes e incluso la semanal más urgente y que no se me olvide comprar dentífrico, que está a punto de acabarse
- En la cocina, veo que no hay pan o cereales y busco qué hay para tomar, además así aprovecho y voy gastando esos alimentos ante de que caduquen (unas galletas o cereales).
- Busco las llaves por que no están donde siempre, hago un repaso por los sitios habituales o pregunto si alguien las ha visto y con tranquilidad suelen aparecer en el bolsillo de la chaqueta o del bolso, solo que no recordaba cuál me había puesto
- Ya en el coche, el semáforo en rojo, pues mira, aprovecho para cambiar de música, buscar emisora, canturrear o recordar algún momento grato del finde (¿no es una pena que no lo hagamos por falta de tiempo? lo negativo sí que lo recordamos una y otra vez)
Versión 4.
- Igual que la 3 hasta el desayuno.
- No tomo el coche y voy al metro o al bus.
- Si llego a punto de salir, me digo la suerte que he tenido de pillarlo a tiempo.
- Si tengo que esperar, aprovecho para mirar en el móvil las redes, mi correo. la prensa, e incluso leer ese libro que me interesa y que en casa al final no lo hago; así el recorrido es una oportunidad para leer, meterme en otro mundo
Como vemos, la secuencia es la misma. ¿Qué hace que no la vivamos por igual? Las interpretaciones que hacemos de los hechos. Las nubes no son responsables de mi desagrado, es mi mente al juzgar el día, es mi mente la que da un valor, soy yo.
Seguro que tienes más ejemplos.
Y si vives en un ambiente dinámico y exigente, como suele ser este siglo 21, un consejo:
¡Tómate tu tiempo para relajarte!
Artículo escrito por Adela Casado Cano, psicóloga y psicoterapeuta online
©Adela Casado Cano
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