14 Consejos de una pareja feliz

 Más vale prevenir que curar, según el dicho. 

Relaciones de reciprocidad

     Si hay una característica que destaca en las relaciones de pareja es lo que se llama control de reciprocidad. Esta reciprocidad en ocasiones es positiva, del tipo yo te complazco, tú me complaces, y en otras negativa, como tú me castigas o frustras, yo también intentaré frustrarte; tú te sales con la tuya, pues yo me saldré con la mía y así se forma el círculo vicioso de acusaciones y reproches.
     El predominio de la reciprocidad positiva influye en la estabilidad de las parejas, lógicamente. Nadie es perfecto, y las parejas tampoco, de ahí que a veces entren en círculos negativos, pero si predominan los positivos, acaban por minimizar esos momentos no tan felices. 
Veamos cómo mejorar nuestras relaciones


Dos corazones en reciprocidad

     Para establecer una buena base en nuestra relación hay que partir del yo te complaceré y espero que tú también lo hagas, en aquello que obviamente estén en nuestra manos. Hay que dar antes de pedir. De este modo, la reciprocidad será feliz

Vamos con algunos consejos:

1. Gestos de admiración mutua. 

     Aunque creas que tu pareja sabe que le admiras si no se lo demuestras con gestos cómo lo va a saber. Lo sabrás tú, pero posiblemente tu pareja no. ¿Qué le admiras? ¿Qué te gusta? 
    Curiosamente, muchas personas son muy expresivas y, a veces, pesadas en decir lo que no les gusta, aquello que le ven como defectos a su pareja, a criticarla; en eso no sienten ningún pudor. ¿Y por qué muchos son más reacios a halagar?
Si te sorprende y admiras algo de tu pareja ¡díselo! 
También hazle saber que te gustaría su admiración hacia ti.

2. Dar, pedir afecto y demostraciones de su amor. 

    ¿Qué es el amor sin demostraciones de afecto? ¿Recuerdas como era el comienzo de vuestra relación?  probablemente no faltaban los mimos, piropos, halagos, caricias, detalles y demás demostraciones. 
    Con los años, cuando las muestras se van reduciendo es debido a los malentendidos y los pequeños círculos viciosos negativos que dejan huella emocional, pero no porque el enamoramiento sea una etapa que se pasa, esta solo dependerá de la pareja y su dinámica.
    Hazle saber qué te gusta que te diga o te haga, sin exigir ni obligar, ni reprochar. ¿Quieres un beso? no estés esperando a que lo adivine. 
     Decir te quiero a menudo, palabras y gestos de apoyo, gratificantes y cariñosas. El amor hay que demostrarlo, no basta con suponerlo. Si lo dejamos, entramos en una dinámica pasiva, y junto a la monotonía irán mermando la relación. ¡A practicar!

3. Ser detallista. 

     Ser detallista es mucho más que hacer un regalo o tener un detalle, implica un interés hacia otra persona, observarla y demostrarlo con algún detalle o gesto. Es una demostración de tu interés
     Si tiendes al despiste y cuando se te ocurre un detalle luego se te pasa el momento, hay muchas técnicas mnemotécnicas, de memorización o recordatorio. 
    Anota en tu agenda física y en la del móvil o celular ese detalle y que te avise con algo de antelación para prepararlo; además de los muy socorridas notas, o cambiar de muñeca el reloj, etc.  Tu relación te lo agradecerá.

4. Complicidad. compenetración y confidencias. 

     Implica un conocimiento, de uno mismo y del otro, de gustos, deseos, expectativas, ideas... Es abrirnos, escuchar y atender a la pareja. 
     En este camino surgirá esa complicidad tan necesaria para el ser humano y que nos vincula con otros. La complicidad nos hace sentir que no estamos solos, nos da confianza y seguridad.
    De nuevo sugiero el regreso a los inicios de tu relación ¿Estaban llenos de confidencias? ¿y qué me dices de la complicidad de entonces? Pues si la echas en falta, analiza la situación y proponte cambiarla.

5. Mantener activa la vida sexual. 

     ¿En qué se diferencian, en general, una pareja de amigos y una de amantes? Pues eso, en el amor y ¡el sexo! Puede ser como la máxima demostración de afecto, desear al otro, sentir su cuerpo y su ser, además del placer mutuo que nos regala el sexo. 
     Cuando en una pareja hay confianza y complicidad la sexualidad se enriquece. 
    Hay momentos en los que la sexualidad se reduce, como los primeros meses de la llegada de un bebé, y conviene poner una fecha en la agenda para reactivar la sexualidad, pues la pareja puede quedarse estancada y caer en la monotonía.

6. Buscar salir de la rutina

   Trabajo, responsabilidades... y buscamos lo cómodo. Este es el camino hacia el aburrimiento y una puñalada a la relación. ¿Dónde quedaron esos deseos de hacer planes para casi todo? ¿Y las ganas de innovar? 
   Una pregunta ¿por qué te gusta cambiar de ropa? Pues eso. Hacer planes a corto y medio plazo, cambiar algunos platos de comida, cambiar de restaurantes y, a veces, los muebles de sitio. Apúntate a baile o a  cualquier curso.
    Cambiar también el tipo de regalos que hacéis, la música. No hay que temer abusar de las sorpresas. 
Planificar viajes e intentar no ir siempre a la misma playa o al mismo pueblo... ¡abrid el mapa!

7. Lealtad, fidelidad y respeto

    En pareja, lealtad y fidelidad no son sinónimos aunque ambos se sustenten en el respeto y la honestidad. Ser leal es cumplir con los acuerdos, con lo pactado con nuestra pareja. Lealtad implicaría apoyarla, no fallarle y, desde luego, estar a su lado ante los demás, respetarla siempre aunque tengamos opiniones diferentes y ser honestos con uno mismo y con la pareja.
     La fidelidad va más referida a una exclusividad sexual y compromisos. Una infidelidad, aunque duela, puede superarla una pareja, pero de la deslealtad no puede.
    Las parejas estables y felices son leales y se comunican desde el respeto y la honestidad. 

8. Apoyarse en la independencia y autorresponsabilidad

    Una pareja está formada por dos personas, no por medias personas que se unen en una; son dos naranjas completas que caminan juntas, y cada uno es responsable de su independencia. 
     La pareja no significa que desaparezcan las identidades ni que se unifiquen personalidades; todo lo contrario. Es respetar la independencia y personalidad de cada uno, como individuos únicos que somos. Por esta razón, cada uno es responsable de sus actos, no de los de la pareja, y no hay que forzarle a que sea como nos gustaría que se comportara, como tampoco hacerlo uno. 
Habrá algún tema en el que sea corresponsable, pero no son los referidos a la personalidad individual. 

9. Respetar el espacio privado y personal de cada uno

    Relacionado con el punto anterior. Las parejas satisfactorias son respetuosas con los espacios personales de cada uno, incluso físicamente en el hogar: su sitio, sus cosas, mensajes, correos, música, secretos, amistades, etc.. 
     Se dan un tiempo libre de uso exclusivo personal. Es como tener cada uno su propio jardín, adecuado como le gusta, y debe ser sagrado.

10. Reservar un espacio y tiempo  en pareja

     Tan importante como respetar el espacio privado de cada miembro de la pareja lo es reservar uno para ambos. La pareja necesita espacio y tiempo para conocerse, descubrirse, reconocerse, compartir, comunicarse, salir a cenar, cine y demás eventos. 
     El estilo de vida actual suele ser muy dinámico y da la impresión de que debemos estar al día de todo: el trabajo, las noticias, redes sociales, etc. 
     Muchas parejas establecen una noche semanal, como una cita a solas, en la que preparan en casa algo de cena y eligen una película juntos; o salen a cenar en pareja (con los amigos otro día). 
  Estos momentos dan pie a confidencias y recuerdos de momentos especiales, como también a planificar y pensar en cosas de parejas.

11. Practicar el buen humor. 

     El humor es placentero, nos saca el positivismo y la alegría, tan necesario en la vida y por supuesto en nuestras relaciones. Relaja tensiones y necesita de nuestra extraversión para abrirnos al placer, soltarnos para disfrutar y reír. 
     Sacar chispa de las anécdotas es muy recomendable anímicamente, jugar a hacer el ridículo, exagerar hasta lo inverosímil para reírnos y hacer reír. Esto está muy lejos de reírnos del otro, de las burlas o infravaloraciones del otro. Se trata de reír con el otro, no de reírme del otro (esto sería maltrato, así que cuidado).
    Recordar anécdotas. Reírse de uno mismo, hacer pequeñas travesuras juguetonas (como al principio de la relación), pequeñas bromas divertidas. 
Y... es un potente afrodisíaco.

12. No mentir ni engañar. 

     La privacidad e intimidad es un derecho humano y por tanto nadie nos puede exigir que digamos todo, que no tengamos secretillos o nuestras cositas. 
    Se puede ser sincero sin tener que decir todo y sin engañar. La mentira y el engaño supone una intencionalidad de confundir y hacer creer algo contrario, es negar las evidencias de algo. 
    Una infidelidad duele menos que el engaño, pues se pierde la confianza por la mentira y es difícil recuperarla. 
    La sinceridad sin pasarse, y el engaño nunca, salvo que quieras precipitar el fin de la relación

13. Disculparse y pedir perdón 

     Si nadie es perfecto y todos cometemos errores ¿por qué nos cuesta pedir perdón en pareja? Unas veces es por la vergüenza de admitir nuestro error, otras porque no sabemos cómo hacerlo y otras por la incertidumbre sobre su reacción. 
     Hay muchas maneras de disculparse y pedir perdón sin reprochar ni justificarnos en que el otro también se equivoca. Reconoce tu parte de responsabilidad y del error. 
     No somos perfectos y para madurar necesitamos estar dispuestos a cuestionar la propia conducta.
     Disculparnos es transmitir el mensaje de que nos importa más nuestra relación de pareja que nuestro orgullo. 

14. Exponer los desacuerdos y escuchar activamente al otro. 

     Interesarse por su opinión, buscar puntos en común con la nuestra y tratar las discrepancias con respeto y negociar, consensuar llegado el caso.
    Es inevitable que entre dos personas únicas, como lo somos todos, surjan momentos de tensión en determinados temas y diferencias de opiniones. Son oportunidades para escuchar y conocer mejor mejor al otro; hasta de las discrepancias se aprende.
    Este tipo de escucha implica dar un tiempo para hablar, buscar el momento y dejar que hable, sin interrumpirnos. La comunicación comprensiva refuerza la unión.

¿Se te ocurre alguna más?

©Adela Casado Cano, psicóloga online. Fotos de www.pixabay.com


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